El no sabe esperar de otra forma que no sea fumando un cigarrillo.
Entonces esa es su manera de contar el tiempo.
Esperar viene con el hecho.
Tarda en llegar a su casa lo que tarda en llegar el colectivo o el objeto que lo transporte.
Las canciones que lo distancian de su casa.
O las vueltas a la manzana que hay que dar para enamorarse.
Su objeto es el humo.
Algo desvaneciente.
Es inocuo. Es disipador de represas.
Sus colores son el blanco y el negro y el gris.
Y el invisible.
Y el blanco.
Todavía cuenta los vasos con agua que le faltan para conocerla realmente.
Las noches de sueño. El insomnio que descalabra su presencia.
Escalona la sangre que derrama antes de llegar a ver sus ojos.
Entonces la ama.
Cuando se da cuenta que su tiempo al lado de ella, no tiene un sistema de medición exacto
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