sábado

mañana ya dejé

Ese fue el lema con el que comencé antes de irme.
De repente siento que hubiese sido hace más de una semana y ni esta cerca de ese tiempo.
Extraño Buenos Aires y no.
Extraño seres humanos que jamás ni hubiera ni hubiese imaginado extrañar también.
Me veo en la situación de dejar de fumar de nuevo, viviendo en una casa que ya tiene un clima familiar constante.
Pareciera que en estos lugares se genera la confianza necesaria como para que en el mismo día el tipo que te discutía y provocaba sea el mismo con quien después te comes una ensalada en buena sintonía.
Una conclusión que saque en este viaje es que quien te provoca te quiere coger, no hay otra.
Y yo ya no entro en esa, la inmortalidad física no me lo permite.
El día de hoy de lluvia, desde temprano, sucedió en la situación de desayuno.
Me levante temprano específicamente para desayunar, cosa que no había hecho en 2 días y que viene incluida con la tarifa que todavía no pague ni una vez.
Tuvimos la remota idea de ir a un bosque energético y desistimos cuando apareció la lluvia.
Ese plan fue reemplazado por ir a la costa al lado de las rocas a ver como golpeaba el mar sobre ellas y nos salpicaba sin pedir permiso.
Sigo acá y me sigo dando cuenta que no tengo planes, que no se cuando vuelvo, y a veces no se ni con quien estoy hablando.
Aunque como nunca o como siempre más que nunca, estoy presente.

jueves

al lado del puerto, la puerta

Estoy en tierra firme.
Siempre me pregunté como es que cuando una persona se va de viaje lo primero que hace es conectarse a una computadora y de repente acá estoy, llegada a destino y con Ofelia en una habitación (mujer que todavía no conozco).
Ofelia claramente por el nombre me hace recordar a la misma Ofelia de Gualeguaychú (lugar del que ya contaré alguna vez también).
Será la necesidad de contarle al mundo un poco de algo de uno.
Recién comienza mi viaje, aunque un poco comenzó ayer desde que ya sabía de su existencia.
Llegue a la terminal y tenía muchas opciones, entre las cuales no estaba incluido tomarme un taxi. Cuando vi la posibilidad de la mesita de informes, un muchacho muy amablemente me indicó que podía tomarme el 511 y que iba a dejarme a 10 cuadras aproximadas.
Pensaba que en estas situaciones en las que una mujer, sola, caminando con un bolso dan a pensar a los demás que se trata de una persona (hembra en este caso) que esta viajando consigo misma.
No falto tiempo en que se me acercara un macho x a hablarme.
Cuando caminaba (antes de que se me cruce el macho x) pensaba en que en el secreto estaba en manejarse como si uno supiera por que calles va o como si hubiera vivido en ese mismo lugar cuando era chico.
Primero me pregunto algo que no entendí y después de repetirlo 3 veces le respondí que de Buenos Aires aunque había vivido un tiempo acá cuando pequeña.
Surgió un mini dialogo en los que siempre cuando no conozco al otro me tomo el atrevimiento completo de ser completamente sincera inclusive a veces un poco dañina, no a propósito, si no que me siento libre de ser, en la circunstancia en la que hablo con un desconocido.
Después de que me preguntó mi nombre y le respondí Violeta, le pregunté si siempre era de levantarse minitas cuando caminaba por la calle. Se rió, se que puedo ser muy graciosa y mala onda al mismo tiempo. Me pidió el teléfono fácil 5 veces con lo que se volvió muy insistente y se lo hice saber. Se justificó diciendo que era taurino, cosa que lo hizo quedar más idiota porque yo también lo soy.
En fin, me siento en mi salsa, recién llegada y sin planes. Los únicos planes son que ya tengo un lugar donde quedarme que es como una casita compartida en la que vivo con Ofelia a quién en algún momento tendré el agrado de conocer o no y quizás alguna vez vayamos a la playa en maya (me gusta escribirlo así).
En este momento tengo idea de desconectarme del plano virtual y conectarme con el real y natural. Bajo ningún efecto de nada solo el de estar presente en el aquí y el ahora.