Ese fue el lema con el que comencé antes de irme.
De repente siento que hubiese sido hace más de una semana y ni esta cerca de ese tiempo.
Extraño Buenos Aires y no.
Extraño seres humanos que jamás ni hubiera ni hubiese imaginado extrañar también.
Me veo en la situación de dejar de fumar de nuevo, viviendo en una casa que ya tiene un clima familiar constante.
Pareciera que en estos lugares se genera la confianza necesaria como para que en el mismo día el tipo que te discutía y provocaba sea el mismo con quien después te comes una ensalada en buena sintonía.
Una conclusión que saque en este viaje es que quien te provoca te quiere coger, no hay otra.
Y yo ya no entro en esa, la inmortalidad física no me lo permite.
El día de hoy de lluvia, desde temprano, sucedió en la situación de desayuno.
Me levante temprano específicamente para desayunar, cosa que no había hecho en 2 días y que viene incluida con la tarifa que todavía no pague ni una vez.
Tuvimos la remota idea de ir a un bosque energético y desistimos cuando apareció la lluvia.
Ese plan fue reemplazado por ir a la costa al lado de las rocas a ver como golpeaba el mar sobre ellas y nos salpicaba sin pedir permiso.
Sigo acá y me sigo dando cuenta que no tengo planes, que no se cuando vuelvo, y a veces no se ni con quien estoy hablando.
Aunque como nunca o como siempre más que nunca, estoy presente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario