martes
...
Hoy me mire al espejo de nuevo. Como esa vez. Como esa vez, de nuevo.
Pensaba que ese reflejo no era mío. Pero, ¿Que otra imagen tenia de mí que no era mi reflejo? ¿Y como sabia que esa era o no era yo? Si era la única imagen que tenia de mí. Y tengo de mí. Quizás siempre tuve estas arrugas en la cara. Tengo cara de roca. Tengo arrugas de tiempo. Y no se quitan. Son más marcadas que antes. Son más marcadas que la otra vez que me vi de la misma manera. El gato se comporta de una manera extraña. ¿O soy yo la que lo ve así?
¿Cual es la diferencia entre una cosa y la otra? Si todo pasa por esta mente. No hay manera de salir de todo esto. Ni siquiera si me miro al espejo. Porque en ese espejo estoy yo. O mi imagen. O mis arrugas. O el tiempo. O mi tiempo. O las arrugas de mi tiempo. Mi tiempo es una roca. La roca es el tiempo de mi cuerpo. Y nos reflejamos ahí, en ese espacio. Donde las imágenes no le pertenecen. El espejo refleja las imágenes que no le pertenecen. Será que el reflejo no me pertenece. Que ese tiempo es de mis arrugas pero no me pertenece. No le pertenece a este cuerpo. No le pertenece a este tiempo.
Soy una roca de tiempo. Una roca arrugada. Se siente la textura en la piel. El tiempo en la piel. Y no necesito tocarlo. Ya ni siquiera es mi ojo el que mira. El tiempo es el que esta mirando. En ese momento, soy el tiempo.
Soy el reflejo del tiempo.
Será que es al revés. No hay que salir de esto. Hay que entrar.
Hay que atravesarse a uno mismo.
Escribir sobre uno mismo es como una ensalada de geografía, biología y sedentarismo.
Me doy cuenta que cuando me quiero poner a escribir no me salen las palabras. Se quedan quietas y mudas. Las palabras no se escriben cuando yo quiero. Se escriben solas. No necesitan de mí. ¿Será así con todo?
¿Será que yo necesito de ellas? Así como necesito de todo lo que necesito. De los seres humanos. De la estimulación. De las empanadas. Del sexo.
Que patético que es ser un ser humano. Porque “ser” un “ser” humano. Es un verbo en infinitivo. Somos un verbo que todavía no es. Que no tiene tiempo. No tiene tiempo definido. Soy un ser sin tiempo definido. Es como decir que podría ser de cualquier tiempo. De cualquier década. De cualquier país. Y sin embargo nací acá, en el medio de la ciudad. Pero es algo que siempre descreí. ¿Como se que nací? Si no me acuerdo de eso. ¿Como se que existo si puedo verme solo a través de un espejo?....que ni siquiera soy yo, sino un reflejo de mi. Dos paradojas. Uno la memoria. Dos, los reflejos.
Todo lo que no recuerdo es como si no hubiera existido.
Que difícil que es ponerme a hablar de mi. Yo pienso en mi corta manera de expresarme. Y pienso. Por eso elegí lo que elijo todos los días. Por eso elijo estudiar lo que estudio. Las amistades que tengo. Los amores que tengo. Los gatos. Las cosas que quiero hacer que todavía no hago. Pero por eso elijo lo que elijo. Porque no tengo que hablar de mí. No tengo que explicar sobre mí. Por eso hago las cosas. Para que las cosas hablen de mí. De lo que todavía no se inclusive. Y no pido nada a cambio. Si lo hice en otros momentos.
Para que las cosas digan de mí. Explique sobre mí. Sobre lo que no se. Eso es. No se nada de mí. Es lo que estoy intentando hacer un poco todos los días. Saber algo. Apropiarme de algo. O que ese algo se apropie de mi cuerpo y haga algo conmigo. Que el saber se apropie de mi, no yo de el. Como de una manera inconsciente. Que ingrese a mí de esa forma.
No se si es triste no saber nada de uno. Quizás es lo que me hace seguir donde sigo, o donde recién estoy empezando. El no saber y el ansiar las cosas. El deseo.
(¿Será que todo es una cuestión del deseo?). Lo que estimula. La estimulación.
Creo que eso es de lo poco que se de mi. Que busco cosas que me estimulen. Con todo lo que hago. Y con todo lo que esta ahí latente. Buscándome, buscándonos.
Por eso debe ser que detesto tanto cuando alguien pregunta que quisiste decir con “H”IJOJHHUHUGU?..¿Que quisiste decir cuando dijiste “jidjhduhrihruhufh”?.
Porque no tengo idea.
Hay un abismo tan inmenso entre el decir y lo dicho. Entre el hacer y lo hecho. Creo que el “ser” esta en el medio de los dos. Como haciendo un equilibrio. Como todavía buscando las herramientas para que el decir-hacer y lo dicho-hecho, estén cada vez mas cerca. Además por eso hago lo que hago. Para no hablar sobre eso. Para que sea el hecho el que hable por mí.
Somos un verbo en infinitivo.
Ser o no ser. Esa es la cuestión.
Ser o no ser un verbo en infinitivo. Esa es la cuestión.
Esta es mi versión de Shakespeare. Es decir, esta es la versión Rubinsztein de Shakespeare si fuera Shakespeare siendo Rubinsztein.
Es imposible salir de uno mismo. O es imposible salir corporalmente de uno mismo. Digo, siendo en el cuerpo de otro. O siendo un cuerpo de otro. O siendo un cuerpo que no es nuestro. Pero ¿estamos tan arraigados a este cuerpo? ¿Es tan nuestro? ¿Somos tan nuestros como creemos?
Tengo cincuenta mil preguntas y un día me di cuenta que tengo todas las respuestas.
Las respuestas son las preguntas al revés. Y lo mismo viceversa.
Quien tiene las preguntas tiene las respuestas.
Las preguntas son la respuesta. El preguntar. El enigma. El sin sentido, también.
El escribir sin sentido también es una respuesta.
La pregunta es el hecho que hace hacer. Y la respuesta también. La respuesta es el hacer. El movimiento. El movimiento es la única respuesta a todo.
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