martes

antes

Antes de irme me gustaría escribir un poco sobre todo esto. No puedo empezar por ningún lado porque no quiero empezar. Eso es lo primero Primero) no quiero. Me niego. Pero lo acepto Acepto mi negación. Supongamos que esta situación es nueva para mí, supongamos que nunca me paso. No se como manejarme. En realidad es como si quisiera que se arreglara sola y yo mientras vivir al lado de los hechos. Mirarlos y sentirlos a medida que pasan. Soy ajena a mí en este momento. Me estoy desconociendo. No me conozco. No se como actuar. El tema no es saber actuar pero si sentirme bien. Elegir. Elegir un camino es de por si descartar el otro. Los dos caminos tienen cosas que me encantan. Pero por algo son dos y no uno. Quizás debería tomarme un tiempo. Como cuando uno disfruta mucho un te, pensarlo, porque el te ni siquiera me gusta. Hacer como si disfrutara de un te en gran bretaña a las 5 de la tarde. Desconozco mis asociaciones. Con libertad fluyen pero las detengo. Detengo todo. Vivo los segundos congelados. Con todo. Con todo mi ser. Cuando me alejo de los segundos me convierto en otro tiempo. Que no se mide. No existe una maquina que pueda medirlo. No quiero que exista. Contradicción soy hoy. Y lo acepto. Vivo la contradicción en los puntos más extremos. Me entrego en cada costado. Pero quedo en el medio. Eso es lo que me descalabra. No me muevo. Como no tomo ningún camino estoy quieta. Quieta congelada en un segundo, sin movimiento. Sin calor humano. No siento el calor porque no me lo permito. Repito. Si en el segundo. Pero no transito el camino. Vivo el segundo pero no lo transito. No lo pienso. Lo pienso cuando estoy lejos y los segundos se me juntan. No se cual quiero. No se cual prefiero. Desearía por momento no haber conocido a ninguno. De los caminos, Uno es el punto sin retorno. Otro es el punto sin retorno de mi misma. No se que camino de mi misma quiero transitar. No se si quiero transitar lo desconocido. Atravesarlo con todo mi ser o dejarlo morir. No quiero aceptar su existencia. Quiero tener una tarde de merienda y tomar el nesquick. Quiero mirar dibujitos. Quiero ser feliz. En este camino no hay dibujos. Tengo miedo de que me alejen de las líneas y de los puntos. De lo primario. De lo animal De eso estoy mas cerca pero quizás mas lejos de lo humano. Lo único que me trae a ello es lo racional. La escritura. El escribir. Escribir por escribir. Por el hecho de fabricar autores anónimos. Sin pasado ni presente ni futuro. Autores atemporales. Autores que se fabrican solos, autores sin escritor. Como un túnel. Como un túnel que en la última pagina cambia su sentido paradigmático. Este proceso se llama cambiar el paradigma, diría alguien muy racional que esta es una crisis. Que esto es un acomodamiento. Que esto es parte del proceso. En cambio yo prefiero no decir. Preferiría no escribir. Preferiría no saber comunicarme en este idioma vacío. Eso es lo que niego. El idioma. No el ser humano. No el ser. Niego el expresarme en estas teclas que tocan mis dedos, o al revés. Niego el espejo de mí. El derecho. Basta. Como decía. Preferiría ahogarme en algún líquido denso. De mar. Que algún ser racional tome las riendas de lo que no quiero tocar expresamente. Preferiría que el mundo quedara mudo ciego y sordo. Y ahí poder hablar. El miedo es mi puerta más fuerte y pesada. No se si quiero derribarla. No se de que lado quiero estar. No se si quiero olvidar que acabo de inventar esa puerta. O que acabo de inventar el significado de miedo. Ojala desde mañana ya nadie me nombre. Que el mundo olvide. Y que yo olvide al mundo.

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